Andrés Rosales: «cada día ocurre algo diferente, no es un trabajo monótono»
Andrés Rosales Acosta es encargado del servicio técnico de J. Garrido Refrigeración. Comenzó en la empresa siendo mecánico de vehículos y ahora es una de las piezas claves del equipo técnico: todo lo arregla y con todo se atreve. Al preguntarle qué es lo más le gusta de su trabajo, contesta lo siguiente: «solucionar problemas y necesidades de clientes, cada día hay algo diferente, no es algo monótono». Y algo de verdad ha de haber, porque no es el primero que lo dice: ya nuestro compañero José Antonio había comentado aquello de que trabajar en el sector de la Refrigeración industrial es estar siempre en movimiento.
Su día a día: «controlo todos los avisos de averías y montajes y que todo se realice en su momento y sin ningún problema; cualquier incidencia que tenga un cliente intento resolverla, siempre de la mano de todos mis compañeros técnicos y realizo presupuestos personalizados a las necesidades de cada cliente». Ahí es nada.
Nos comenta, también, con humor, que además de su trabajo siempre está cuidando de que el stock de almacén esté siempre al día y «que nuestra nave siempre este recogida y limpia. Y por eso mis compañeros me llaman el conserje». «También me llaman «el agobios», ríe. «Porque cuando hay mucho trabajo pues tengo que sacar mi nervio para que todo salga adelante».
Refrigeración industrial
«La refrigeración actualmente y sobre todo en zonas como la nuestra es estrictamente necesaria: no podemos conservar productos sin frío, no podemos conservar la fruta del campo sin frío, no podemos estar en casa sin una nevera, o tener un bar sin botelleros».
Durante la descripción de su puesto insiste en que su parte preferida es solucionar problemas y necesidades de clientes e incidencias hasta que se resuelven, algo que, como siempre contamos, forma parte de lo que en J. Garrido gustamos llamar ‘Respuestas en Frío’.
Y hablando de frío, «hace unos años», relata, «llevábamos una mañana entera realizando una reparación en una cámara de congelados y al final no nos sentíamos los pies del frío». Tanto fue así que «tuvimos que descalzarnos y poner tanto las botas como los calcetines a secar al sol (…) pero bueno, terminamos volviendo a casa con los pies secos y calentitos».
En línea con las anécdotas en el trabajo, «hay otra bastante graciosa». «Como ya sabéis este año nos mudamos a una nave nueva y tuvimos que reformarla… Pues en la demolición, estábamos Juan Carlos y yo retirando las paredes de pladur de la antigua oficina, (…) y fue quitar dos tornillos y una pared entera de unos diez metros de largo se desplomó entera, ¡la nave parecía Londres! Había una niebla de polvo de pladur tan espesa que ni nos veíamos las caras». «¡Llegamos a grabarlo y nos convertimos e en TT en Twitter!», bromea.
Trabajar en J. Garrido
«Llegué aquí por casualidad» porque Alberto sabía «que soy bastante manitas y podía aprender rápido» y aunque la Refrigeración Industrial no era lo suyo «gracias a mis compañeros que me enseñaron todos los truquillos y formación, he aprendido un oficio que prácticamente desconocía. Fue un reto para mi y para Juan Carlos que desde el primer día estuvo ahí enseñándome absolutamente todo».
«Desde el principio todo para mi era difícil, al no tener base ni formación, todo era un mundo». Pero en todos los años que lleva en el equipo, explica que lo más complicado no ha sido aprender el oficio, «sino aprender a llevar un taller, organizarlo y el trato al cliente, los que me conocen saben que soy muy perfeccionista y nervioso, entonces me ha llevado un tiempo aprender a relajarme para tener siempre una respuesta en frío.»